domingo, 8 de octubre de 2017

Comienza el curso pastoral.

Queridas familias.

Esta mañana hemos celebrado en nuestra parroquia la eucaristía del envío de los colaboradores parroquiales. Somos muchas personas que ponemos nuestros talentos al servicio de la comunidad, al servicio del barrio, al servicio de nuestra ciudad.



Somos personas normales y corrientes, que nos sentimos llamados a colaborar en el grupo de cáritas, de catequesis, del proyecto solidario, de economía, de jóvenes, de adultos... También los que estamos en esto de la Pastoral Familiar nos sentimos llamados a servir en este campo. No con pocas dificultades, pues somos pocas manos, pero estamos convencidos de que es una tarea necesaria y que al Señor le gusta vernos ahí, con las familias.

En la celebración, hemos recitado la siguiente oración:

Señor: Gracias por esta nueva oportunidad de empezar el nuevo curso
Y seguir construyendo, acompañando, aprendiendo...
Que mi espíritu esté abierto para volver a Jesús en cada momento,
buscarlo incansablemente y aceptar su llamada para construir su Reino.
Haz que esté atento a todas las personas y a las situaciones
con las que me iré cruzando en este camino,
que sepa mantener siempre la ilusión de amar como tú amas.
Quítame el miedo a los cambios y a las preguntas que oprimen mi corazón y mi mente,
y ayúdame a encontrar la mejor respuesta en cada ocasión.
Que dé la bienvenida con una sonrisa a todos los que me ofrecen su mano
y sepa crear con ellos una red de acogida, de presencia, de implicación
y solidaridad, de modo que cada nombre y cada historia me sean importantes.
Que en cada uno de mis gestos durante este año no falten ni la ternura, ni la compasión,
y que sepa comprender y acoger las alegrías y las tristezas de todos los que me rodean.
Que sepa trabajar colaborando con otros, viviendo la mística de la fraternidad, y creando la unidad que tú quieres en la comunidad.
Te ofrezco todas las horas de este nuevo curso para que, sin miedo ni falsas excusas,
sea capaz de enredarme en la vida de los demás ofreciéndoles lo mejor de mí.
Señor, sé Tú mi fuerza y mi apoyo. 
Que María, la Virgen de Guadalupe me ayude a vivir como creyente al estilo de tu Hijo. Amén.






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