Este Domingo (2º del Tiempo Ordinario) escucharemos en misa una de las páginas más bellas del Nuevo Testamento: las bodas de Caná.
A continuación os ofrecemos una homilía de Benedicto XVI, pronunciada en la plaza del santuario mariano de Altötting (Alemania), el 11 de septiembre de 2006:
"En el pasaje evangélico, María pide a su Hijo un favor para unos amigos que pasan dificultades. A primera vista, esto puede parecer una conversación enteramente humana entre la Madre y su Hijo; y, en efecto, también es un diálogo lleno de profunda humanidad. Pero María no se dirige a Jesús simplemente como a un hombre, contando con su habilidad y disponibilidad a ayudar. Ella confía una necesidad humana a su poder, a un poder que supera la habilidad y la capacidad humanas.
En este diálogo con Jesús la vemos realmente como Madre que pide, que intercede.
Conviene profundizar un poco en este pasaje del evangelio, para entender mejor a
Jesús y a María, y también para aprender de María el modo correcto de orar.
María propiamente no hace una petición a Jesús; simplemente le dice: "No tienen
vino" (Jn 2, 3). Las bodas en Tierra Santa se celebraban durante una
semana entera; todo el pueblo participaba y, por consiguiente, se consumía mucho
vino. Los esposos se encuentran en dificultades y María simplemente se lo dice a
Jesús. No le pide nada en particular, y mucho menos, que Jesús utilice su poder,
que realice un milagro produciendo vino. Simplemente informa a Jesús y le deja
decidir lo que conviene hacer..."
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Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por todos los matrimonios, para que vivan plenamente su amor, como rogaste por los esposos de Caná. Pide a tu Hijo que nos dé lo que nos falte a cada uno: paciencia, entrega, fidelidad, confianza...
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