domingo, 14 de octubre de 2012

Donde la carne es única, único es el espíritu

Aquí os dejamos, a modo de regalo de bienvenida, un antiguo texto, de finales del siglo II, sobre la gracia del matrimonio. Si alguna vez pensamos que el amor en la pareja es una conquista contemporánea, con este texto de Tertuliano podemos comprobar que el amor matrimonial estaba muy bien valorado entre los primeros cristianos. Nos parece que explica muy bien qué es el sacramento del matrimonio, por eso es recomendable para parejas que se van a casar. Pero no menos recomendable para parejas que llevan ya un tiempo juntos. Un texto de actualidad, para leerlo en pareja y aplicarse el cuento.

"¿Cómo podré expresar la felicidad de aquel matrimonio que ha sido contraído ante la Iglesia, reforzado por la ofrenda eucarística, sellado por la bendición, anunciado por los ángeles y ratificado por el Padre? Porque, en efecto, tampoco en la Tierra los hijos se casan recta y justamente sin el consentimiento del padre. ¡Qué yugo el que une a dos fieles en una sola esperanza, en la misma observancia, en idéntica servidumbre! Son como hermanos y colaboradores, no hay distinción entre carne y espíritu. Más aún, son dos en una sola carne, y donde la carne es única, único es el espíritu. Oran juntos, juntos se arrodillan, juntos practican el ayuno. Uno enseña al otro, uno honra al otro, uno sostiene al otro.
Unidos en la iglesia de Dios, se encuentran también unidos en el banquete divino, unidos en las angustias, en las persecuciones, en los gozos. Ninguno tiene secretos con el otro, ninguno esquiva al otro, ninguno es gravoso para el otro. Libremente hacen visitas a los necesitados y sostienen a los indigentes. Las limosnas que reparten no les son reprochadas por el otro; los sacrificios que cumplen no se les echan en cara, ni se les ponen dificultades para servir a Dios cada día con diligencia. No hacen furtivamente la señal de la cruz, ni las acciones de gracias son temerosas ni las bendiciones han de permanecer mudas. El canto de los salmos y de los himnos resuena a dos voces, y los dos entablan una competencia para cantar mejor a su Dios. Al ver y oír esto, Cristo se llena de gozo y envía sobre ellos su Paz." (Tertuliano, año 197 d. C.)


No hay comentarios:

Publicar un comentario